domingo, 28 de octubre de 2007

Lechoso - Ricardo Loebell

Lechoso

Entonces tomó un paño que se puso sobre el rostro y sus rasgos se jiraron sobre él.

A propósito del mandyllon

Se puede pensar una cruda sábana antes de par­tir con la escritura sobre el papel, una mancha sobre el lienzo o en el silencioso ecrán antes de su proyección fílmica. En ese ámbito paradojal, ante todas las posibilidades de mancharla con rutas diferentes, el blanco es aquello susceptible a un cuerpo, que al intervenirlo comienza a dejar de ser. Como la sábana que al cubrirse, desde un comienzo se deja paulatinamente de sentir. Del blanco de la sábana surge la memoria de los sue­ños nocturnos. Ahí como leche negra (Rose Aus-lánder) se estampa la huella onírica con el sudor de un ensueño angustioso y tenaz o de una noche de amor infinita.

Este proyecto también trae al recuerdo los míti­cos estudios de la sindonología, por decir, aquella sábana de lino (sindone), tejida a espina de pesca­do, conservada en la Catedral deTurín desde 1578, plasmada de vestigios de otro mundo. Sobre un solo lado de la tela son impresas las huellas fron­tales y dorsales de un hombre muerto después de haber sido crucificado. Ahí la imagen de la figura humana debe de ser leída como si fuera reflejada en un espejo; la huella del cuerpo humano es una imagen negativa, las impresiones y las huellas de sangre son en positivo.

Los seis artistas que parten de Chile a México transforman su sábana en un microcosmos de experiencias a partir de un diseño geográfico que puede generar un intercambio con los artistas que los esperan en Morelia. Ellos forman un enigmáti­co gabinete iconográfico. Ahí las estampas com­ponen un variado registro de temas vinculados a la naturaleza y a la utopía, cuyos rastros se resisten a los pliegues de la historia. Frente a la acepción chilena de sábana por "la de arriba y la de abajo", el escritor Nicolás Palacios define en su ideología "zoomorfa", el problema que preocupaba también a Vicuña Mackenna en 1871, dicha eterna línea divisoria de aquellos "am­bos pueblos" que configuran la sociedad chilena: "Descartando lo de valientes, sumando am­bas sábanas y aclarando términos, tememos que el gobierno que nos hemos dado, declara que el pueblo a quien tiene la ... desgracia, creo que debo decir, de gobernar, es, por naturaleza heredi­taria, intemperante, imprevisor, supersticioso, flojo, ladrón, pendenciero, fanático, fatalista y vagabun­do"1.

"Kill my Curator", la frase en el lienzo de Víctor Hugo Bravo, incita a leerse como respuesta a este crónico clima étnico. Por eso tiendo a pensar que los seis artistas trabajan en clave mediante una estética que se refleja en los bordes, en analogía a aquello que se reproduce en aquel periodo me­dieval iconoclasta. Aquí la lectura y transfiguración de la naturaleza en Antonio Guzmán y Klaudia Kemper; la copulación desde una mirada paga­na en Mario Ibarra(Paté) y el diálogo con la muerte en Esther Allende. Por otro lado la utopía en Carlos Navarrete como un proceso lógico, necesario y transitorio para la humanidad, como definió Luis Oyarzún alguna vez en su viaje a Oriente en 1959 y posteriormente con algo de escepticismo respec­to a la praxis chilena en 1972 ante el gobierno de Salvador Allende.

Entonces volviendo a la anterior acepción de sábana2, el historiador Francisco Encina reflexiona en torno a la lógica de una incógnita como proceso de aculturación de la deficitaria identidad nacional: "Aún la procedencia regional del conquistador español que formó la sábana paterna de nuestra raza, no se definió sino al término de la conquista y al comienzo de la colonia"3.

Al intervenir el lienzo, se puede experimentar algo que incita a tacharlo, no por tratarse de un error, sino que por estar dispuesto a retirar aquello que limita la intención que le subyace al soporte. Entonces algo puede surgir detrás de la mancha, revelándose desde un horizonte oscuro en un in­tangible azar.

Ricardo Loebell